Oficialismo se adueña del éxito de la reforma previsional y deja a la oposición sin protagonismo

Oficialismo se adueña del éxito de la reforma previsional y deja a la oposición sin protagonismo

? Con una estrategia política y comunicacional impecable, el gobierno de Gabriel Boric logró aprobar la reforma previsional sin ceder protagonismo a la oposición. Mientras La Moneda celebra el triunfo, Chile Vamos queda relegado y los sectores más radicales de la derecha se pelean entre sí. ¿Cómo lo logró el oficialismo? Aquí te lo contamos.

El gobierno del presidente Gabriel Boric logró un importante triunfo político y comunicacional con la aprobación de la reforma previsional. No sólo consiguió articular los votos necesarios para su avance legislativo, sino que también se aseguró de que el éxito fuera percibido como una victoria del Ejecutivo en favor de las personas, relegando a la oposición a un rol casi invisible en el relato oficial.

Desde el comienzo de la tramitación, La Moneda desplegó una estrategia calculada para posicionar la reforma como una necesidad país, evitando encuadrarla como un acuerdo político transversal. Durante su intervención tras la votación, Boric puso a las personas en el centro del discurso, sin mencionar ni agradecer el apoyo de Chile Vamos, a pesar de que su respaldo fue clave para destrabar la negociación.

'El mensaje fue claro: el gobierno lidera, la oposición sigue. Lo anterior representa una clara señal de que Boric y su equipo entendieron que, en política y especialmente en un año electoral, ceder reconocimiento es perder terreno', explicó el académico y especialista en comunicaciones, Rodrigo Durán Guzmán.

Una jugada política y comunicacional redonda

El manejo de la reforma previsional por parte del gobierno de Boric es un ejemplo de cómo la estrategia política y la comunicación van de la mano.

'La Moneda no sólo logró aprobar una de sus reformas clave, sino que lo hizo sin ceder protagonismo a la oposición y posicionando a sus propias figuras como los verdaderos artífices del acuerdo. Esto nos demuestra que, en política, no basta sólo con llegar a acuerdos: también es fundamental quién los capitaliza. Y en este caso, el oficialismo jugó sus cartas de manera impecable, dejando a la oposición sin espacio para disputar el liderazgo del relato, quedando al margen y peleando entre ellos', explica el también magíster en Comunicación Estratégica.

Jeanette Jara, la gran figura del acuerdo

Uno de los grandes aciertos del oficialismo fue la consolidación de la ministra del Trabajo, Jeanette Jara, como figura clave en la articulación de acuerdos. Su rol ha sido fundamental no sólo en esta reforma, sino también en la implementación de las 40 horas laborales y otras políticas sociales.

Jara, militante del Partido Comunista, ha demostrado una capacidad inusual para negociar y alcanzar consensos en un escenario fragmentado. En términos históricos, su ascenso recuerda a liderazgos femeninos de la izquierda chilena como el de la histórica Gladys Marín.

'El gobierno también supo manejar los tiempos y el despliegue comunicacional, colocando a Jara en la primera línea del debate y permitiendo que su imagen política creciera. A su lado, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, aportó la credibilidad técnica que permitió destrabar el acuerdo con los sectores más conservadores. Sin embargo, el protagonismo final quedó en manos de la Ministra, consolidando su perfil dentro del gabinete y posicionándose como una opción para las próximas elecciones presidenciales', indicó Rodrigo Durán Guzmán.

Una oposición dividida y sin relato

Mientras el gobierno celebraba, la oposición se mostraba fracturada. Chile Vamos apoyó el acuerdo, pero sin lograr capitalizar su participación en la negociación. Desde el oficialismo, no hubo ningún esfuerzo por destacar su rol en el proceso, lo que dejó a la centroderecha en una posición incómoda: colaboraron en la aprobación de la reforma, pero no recibieron reconocimiento alguno.

Por otro lado, los sectores más radicales de la derecha, representados por el Partido Republicano de José Antonio Kast y los nacional libertarios de Johannes Kaiser, rechazaron la reforma desde el inicio y se negaron a negociar cualquier tipo de alternativa. Esta postura los dejó aislados políticamente, sin incidencia real en el resultado final.

'En términos comunicacionales, esto significó que, mientras el gobierno lograba instalar su relato de éxito, la derecha aparecía enfrascada en disputas internas. Sin una narrativa clara ni una respuesta articulada, su rol quedó reducido a la irrelevancia, permitiendo que el oficialismo dominara completamente la conversación pública', concluyó el académico y especialista en comunicaciones, Rodrigo Durán Guzmán.